jueves, 1 de febrero de 2018

Pase lo que pase... en silencio siempre se habla

Hoy empiezo con una frase que me gusta bastante: somos dueños de nuestros silencios y esclavos de las palabras que pronunciamos. Ser esclavo de nuestras palabras pronunciadas, no implica serlo de las que no pronunciamos. Realmente es una garantía ser dueño de nuestros silencios con los que, al igual que con las palabras, podemos decir muchas cosas.


En un artículo anterior hablaba del valor de la palabra y de la cantidad de sentimientos que somos capaces de producir en otro a través de ella. Sentimientos de alegría, preocupación, tristeza... hablamos de contagio. Sin hablar, muchas veces se transmite más. Muchas veces pensamos que no es así, pero por error. No hay mejor forma de transmitir compromiso que con un buen apretón de manos; no hay mejor forma de transmitir apoyo que arrimando nuestro abrazo a un hombro ajeno; o no hay mejor forma de demostrar cariño que con un buen abrazo. Pero, ¿hasta que punto es bueno transmitir con lo que se denomina lenguaje no verbal?



Es cierto que es bueno hablar, no callarse, contar todo lo que uno piense sin guardarse nada, exteriorizar y hablar de lo que uno sienta y padezca. A todos en muchas ocasiones, se nos reconoce con una simple mirada. Lejos de los estereotipos, hay silencios muy elocuentes. Y con ellos, gestos que muestran felicidad, sin necesidad de soltar palabra alguna. Sonrisas que muestran perdón, o miradas que enamoran. Porque en los silencios, muchas veces encontramos respuestas.

Cuando reflexionamos, solemos hacerlo en silencio. Cuando pensamos sobre si nos irá bien en una reunión, en un partido o en una cita, tratamos de planificar desde la reflexión. ¿Y cómo estamos? En silencio. ¿Qué solicitamos para dormir o estudiar? Silencio. ¿Qué agradecemos de una persona a la que estamos contando algo que para nosotros es importante? Escucha activa y respetuoso silencio. Incluso en momentos de tensión antes de hablar, contamos hasta tres. ¿Y cómo lo hacemos? Exacto, en silencio.

Os invito a valorar el silencio y su valor. A darle un buen uso y a expresar con gestos, y no solamente con palabras. Gestos sinceros que puedan transmitir tanto a o más que muchas palabras. Gestos que no se lleve el viento y que puedan quedar grabados en una retina, y no solamente alegren oídos ajenos, con riesgo de poder ser traicionados. Transmitamos a través de nuestra mirada, de nuestra sonrisa, de nuestro cuerpo... Porque el silencio tiene su sonido, y no llega con palabras.

*Hoy os dejo una canción de Simon and Garfunkel que precisamente se titula así, el "sonido del silencio". Espero os guste.


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