lunes, 1 de enero de 2018

Los propósitos, un engaño encubierto.

Acaba de comenzar un año y como viene siendo habitual, llega el momento de los propósitos. Si se me permite, antes de ello llega el momento de "hacer balance" de lo que a juicio individual, se considera positivo o negativo del año anterior. El año es lo que es, un espacio de tiempo que dura 365 días o 366, para que con el paso del tiempo no nos encontremos las lluvias en agosto y el sol en pleno mes de noviembre (algo que con el tiempo va cambiando también). 

Hago esta entrada en un tono crítico, dado que no creo que debamos esperar ese número de días para hacer un balance, o lo que es peor, para decidir lo que queremos cambiar, mantener, quitar o coger. ¿No debiera hacerse día a día? Si tenemos que cambiar algo... ¿es porque mi entorno me lleva a ello, o porque estoy verdaderamente convencido? ¿Me flagelo tras un autojuicio?


Claro que está bien que haya un día al año en que hagamos un stop o en el que simplemente, cojamos un compromiso personal de mejorar en algo o de quitarnos algún vicio (tabaco, alcohol, malos hábitos alimenticios...).

El uno de enero parece que la gente es otra, todo es felicidad, y todo son buenas caras y palabras. Paremos, pensemos... ¿podemos mejorar eso? Quizás debemos mejorarlo, puesto que estamos haciendo a veces, propósitos solamente una vez al año, a algo que tenemos asociado como negativo. 

¿Qué pasaría si cada día nos levantásemos con el firme propósito de ser mejores? ¿Qué pasaría si con una libreta, todos los días, hiciéramos nuestro pequeño balance? Apuntar al menos tres cosas buenas que nos hayan ocurrido en el día, y valorar aquellas situaciones que podríamos haber manejado mejor. Funciona, ayuda a uno a ver las cosas con otro punto de vista diferente al del momento. Y, lo que es más importante, ayuda a valorarnos, y nos obliga a mejorarnos, pues si un día anotamos solamente dos cosas buenas, al día siguiente nos obligaremos a tener tres anotaciones positivas. Los momentos de reflexión son realmente buenos y eficaces. ¿No sería bonito vivir muchos unos de enero?

Podría estar bien pero de nada sirve si no cumplimos. ¿Qué es un propósito? Os lo diré, un propósito es nada, pura intención. La intencionalidad reconoce la posibilidad de fracaso, por lo que mejor optar por hacer las cosas, y no intentarlas. Hay una gran diferencia entre el "voy a hacer y el estoy haciendo". ¿Lo véis como yo? Feliz año, y que vuestros propósitos, se conviertan en acciones. 

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